Oferta del autodidactismo en los temas de educación abierta y a distancia.

la promoción de la educación abierta y a distancia

En los sistemas de educación abierta y a distancia, donde el estudiante se encuentra físicamente separado del docente, la figura del asesor cobra una importancia decisiva. En este modelo, el alumno se convierte en el centro del proceso educativo, y su principal reto es alcanzar la autonomía en el aprendizaje. Sin embargo, esa independencia no surge de manera espontánea: necesita ser estimulada, guiada y fortalecida por un acompañamiento pedagógico consciente. Aquí es donde entra el papel del asesor, cuya tarea fundamental es fomentar en el estudiante las capacidades necesarias para aprender por cuenta propia, tales como la lectura crítica, la redacción efectiva y el uso competente de recursos académicos.

Aunque las tecnologías de la información juegan un papel esencial en estos programas, no pueden sustituir al elemento humano. Son herramientas útiles, pero no son el núcleo del proceso. El verdadero motor del aprendizaje sigue siendo el vínculo entre el que enseña y el que aprende. La presencia del asesor no debe reducirse a un recurso técnico más del sistema; por el contrario, representa una figura indispensable para que el proceso educativo sea verdaderamente formativo y no meramente instructivo. Es el asesor quien facilita la comprensión, promueve el diálogo y ofrece la dimensión humanizadora que da sentido al acto de educar.

En este contexto, la asesoría no es un simple complemento; es un espacio fundamental de interacción, donde tanto el estudiante como el asesor resignifican los contenidos académicos, dándoles un nuevo sentido que se ajusta a sus realidades y procesos personales. Esta interacción requiere de una preparación específica, pues el rol del asesor en la educación a distancia difiere del tradicional docente transmisor de contenidos. El asesor actúa más bien como mediador, guía y facilitador, ayudando al estudiante no solo a resolver dudas, sino a comprender el conocimiento desde una postura crítica y reflexiva.

La asesoría debe centrarse en la persona. No se trata simplemente de aclarar conceptos, sino de acompañar al estudiante en su desarrollo personal y académico. El programa tutorial debe ser capaz de identificar fortalezas y debilidades individuales, adaptarse a distintos estilos de aprendizaje y promover el desarrollo de una actitud analítica ante el conocimiento. Es un proceso flexible e individualizado que puede enriquecerse con sesiones grupales, pero que reconoce y respeta los ritmos y necesidades de cada estudiante.

Asimismo, el asesor no tiene como función principal transmitir información, sino facilitar el acceso a ella, motivar al estudiante y ayudarle a superar los obstáculos que surgen en el camino del aprendizaje independiente. Su intervención puede darse de tres formas: adaptando el contenido para hacerlo más accesible, comprendiendo cómo aprende el estudiante y ofreciendo metodologías adecuadas, o creando las condiciones necesarias para que se dé un encuentro significativo entre el alumno y el objeto de estudio.

En la práctica, las asesorías suelen enfocarse en resolver dudas sobre los materiales didácticos y en evaluar el progreso del estudiante. No obstante, su verdadero potencial va más allá de estos aspectos técnicos. Deben ser espacios que promuevan la formación de personas capaces de pensar críticamente, reflexionar sobre su entorno y tomar decisiones informadas. En definitiva, la asesoría en la educación abierta y a distancia no solo ayuda al estudiante a aprender mejor, sino que lo impulsa a transformarse en un aprendiz autónomo, consciente y comprometido con su propio proceso formativo.

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